viernes, 7 de marzo de 2008

RELATO DE UNA MUERTE DE LIBERTAD

Hacía mucho frío, un hielo que cortaba lo más profundo del alma. Vivíamos inhumanamente, teníamos hambre y solo veíamos una inmensa mole frente a nosotros.
Temía que nuca volviese a ver los días anteriores. Pero nada parecía detenernos.
El sudor de mi cansancio era infinito, no sentía mis piernas, tampoco las manos, solo pensaba en lo pequeño que me veía.
El imponente poder de la naturaleza nos jugaba en contra. Incluso Dios simulaba estar del bando contrario.
Nuestro objetivo último parecía estar tan último como la palabra lo decía.
El tiempo no estaba bien, lo presentía.
Había algo en ese medio, algo extraño que estaba fuera del alcance de mi comprensión.

El día anterior a la incertidumbre, un hombre extranjero al que muy poco se le entendía por su mala dialéctica me hizo una pregunta que yo no supe responder. Tal vez del modo menos esperado, había aprendido de un hombre muy cercano a mí, que en el silencio se esconde la clave para encontrar las verdaderas y más profundas verdades.
Sí…extraño…el pobre inglés me había preguntado tan solo…- “¿Por qué esta usted aquí?” Y yo no supe que contestarle…que estupidez, no?

Posiblemente todo el día y la noche me llevó a reflexionar porque me encontraba allí, con aquellos hombres muriendo de un frío que hasta el alma cortaba.

Inquieto e inconforme conmigo mismo; sufría. Nadie me había obligado a estar allí, era hombre libre que había abandonado a su familia por una causa que tampoco era suya.
Pensaba… ¿Estoy volviéndome loco de frío?

Poco a poco durante esa mañana que ya no sentía mis piernas y manos, me daba cuenta de que no oía al resto. Ni siquiera podía escuchar la brisa del aire pegándome en los tímpanos y provocando esa sensación de paz y de contacto con el medio que era lo único que me quedaba.

¡Si creo que definitivamente estoy perdiendo la coherencia!

Más allá de los límites del lugar algo presentía que me esperaba, ese objetivo que mío no era y aquella pregunta que aun no podía descifrar.

En un momento de aquel tiempo interminable me detuve, no quería hacerlo pero no lo soportaba más; la fatiga había podido conmigo. El resto de mis compañeros se alejaba, nadie parecía notar mi ausencia. Fue allí cuando grité pero todos me ignoraban y seguían su rumbo. Puse todo el aire que logré juntar dentro de mis pulmones para gritar….sin embargo cada vez estaban mas lejos y no me oían o eso parecía.

De repente el General se presentó frente a mi, si raro…y yo que pensaba que me habían dejado. Solo la mirada de este hombre hizo que el frío se borrara y pudiese erguirme como si nunca hubiese caído.
Aquel humano me miró, pero no logre escuchar lo que me decía. El frío seguramente había tapado mis oídos, convirtiéndome en un sordo momentáneo. Luego pude entender, cuando nos reencontramos, lo que me había dicho… estas palabras eran:

-“Paisano…usted esta aquí en esta situación porque quiere cambiar el futuro de sus hijos, desea salvara a su patria y lo más importante…dar la vida por los demás defendiendo como lo ha hecho hasta morir por su libertad.
Esta aquí porque nadie lo obligó y su deber ser ya ha sido cumplido. Busque su objetivo en otro lugar y deje ya libre el alma, su alma…para encontrar la mayor de las respuestas.”

Frente a estas palabras, una paz sin condiciones pobló mi espíritu. Supe que mi objetivo patriota ya había sido cumplido.

La intranquilidad que me llenaba me dejó libre….me reencontré con mis padres. El General se alejaba a paso firme, siendo portador de palabras que jamás olvidaré.

Tal vez hoy me fui del camino…pero deje mis huellas al lado de los pasos de libertad, paso triunfal del General José de San Martín.
-Relatos de un paisano con su conciencia-


Enviado por: ARIADNA ALVAREZ MUÑOZ

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